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Un homenaje a los materiales en bruto y un respeto por la esencia de un edificio cuya fachada a calle es patrimonio protegido, eso es esta casa de 631 metros cuadrados en el corazón de Barcelona. El estudio HARQUITECTES llevó a cabo una profunda metamorfosis en un inmueble ubicado en una parcela urbana rodeada de edificaciones y que ha sido redefinido para satisfacer las exigencias contemporáneas sin renunciar a su esencia histórica.
Según el estudio, "la normativa permitía edificar planta baja y dos plantas, aprovechando la amplitud de la parcela pero planteando desafíos significativos en cuanto a luminosidad y ventilación". El proyecto se puso como objetivo transformar el centro de la casa en el epicentro de la vida familiar y social. Se recuperaron tipologías tradicionales como el patio interior o atrio, asegurando así un espacio central conectado, luminoso y ventilado que revitaliza todo el hogar. El atrio, descrito por HARQUITECTES como "el espacio más colectivo y especial de la casa", se extiende a lo largo de la planta baja y la primera, mientras que un claustro superpuesto en la segunda planta ofrece una versión más íntima y tranquila del concepto. Estos espacios están diseñados para maximizar la luz natural y la ventilación cruzada, creando un ambiente interior que se siente abierto y expansivo.
La distribución interior se organiza en torno a este núcleo central, utilizando una jerarquía clara entre espacios principales y secundarios. Grandes muros estructurales, construidos con hormigón "pobre" mediante una técnica de compactación similar a la de la tapia, proporcionan estabilidad térmica y acústica, a la vez que definen los límites de cada espacio. Los pilares centrales del atrio, según el estudio, "liberan el agujero del patio central y enmarcan un espacio virtual donde se ubica la sala de estar". Esta estructura no solo asegura la estabilidad del edificio, sino que también facilita una circulación fluida y una integración armónica entre las diferentes áreas de la casa.
En cuanto a la iluminación, los techos de los espacios principales son deliberadamente altos y construidos en madera, lo que contrasta con los espacios complementarios más íntimos y excavados en los muros. Esta diferenciación no solo crea un juego visual interesante, sino que también optimiza el confort térmico y acústico en todo el hogar. "Hemos reinterpretado los modelos tradicionales mediterráneos", afirma el estudio, destacando la importancia de integrar luz natural, estratificar el aire y maximizar la ventilación natural.
Contra todo pronóstico, el interior resulta cálido, minimalista y mediterráneo, jugando con luces y sombras, texturas y materiales complementarios. Se han utilizado nichos en las paredes para incrustar estanterías de madera, material por cierto que protagoniza toda la casa junto al hormigón, incluido el mobiliario de la cocina. La isla de esta última bebe del estilo industrial, resuelta en aluminio, enfrentada a una mesa de comedor también de madera unas sillas de ratán. El sofá es el único punto blanco y focal de toda la casa, situado bajo la luz cenital de la sala central.