“No fue fácil encontrar la casa”, explica Ana, su propietaria. Después de seis años fuera, la familia —ella, su marido Curro y los tres niños: Luis, Paco y Anita— volvían a Madrid. Al vivir fuera de España, la búsqueda era más complicada. “Queríamos una que no se nos quedase pequeña en unos años, con espacio, que sirviera tanto para niños como para adolescentes”. Y la encontraron. “Está muy cerca de Madrid centro, con parques, y al mismo tiempo al lado de una zona comercial en la que podemos encontrar de todo caminando. En la misma urbanización vimos una vivienda que había realizado la empresa constructora Reforminthouse y nos encantó. Contactamos con ellos para ejecutar las reformas.” Del proyecto de interiorismo se encargó el estudio 2arquitectos, en concreto, Leticia Basail, una amiga de la familia. Entre las dos empresas “salió el tándem perfecto”, continúa Ana. Desde Reforminthouse, Ana Eloísa nos cuenta: “la casa era del año 86 y estaba muy desactualizada. Hubo que hacer una reforma integral. Además tenía goteras, había que integrar una terraza al dormitorio de la peque… Se aplicaron aislamientos de calidad, se renovaron todas las instalaciones, se repasaron cubiertas y tejado y el suelo se pavimentó con lamas de madera de roble tricapa.” Pero lo mejor fue la sincronización entre Ana, la empresa y Leticia. Cada idea que la interiorista diseñaba, se ejecutaba a la perfección. Como la librería del salón, que oculta un split de aire acondicionado. “Fue un proyecto a tres bandas, divertido pero complejo: la dueña vivía en Yakarta, Leticia estaba embarazada y dio a luz a mitad de la obra. Y yo me enteré de que también lo estaba al empezar: mi peque nació justo a la entrega. ¡Yo la llamaría la obra de las hormonas!” dice Ana Eloísa entre risas.
Se buscó un punto focal que estuviera presente en toda la casa. Y se decidió que fuera el color azul.
El salón está presidido por una puerta india. “Es antigua, la compramos en Singapur”, recuerda Ana, la propietaria. A la zona de estar se accede a través de un cerramiento de hierro lacado en negro y cristal, que facilita el paso de la luz natural hacia el recibidor. Su diseño se inspira en el de las mesas de centro.
Desde el salón se pasa al comedor, situado detrás, pero ninguna puerta los separa. Así, el segundo recibe más luz natural desde la zona de estar. Fíjate, al fondo, qué bien queda la corredera de la cocina cuando se cierra.
Aquí, la litografía de Juan Genovés armoniza con la puerta traída desde Bali. Sus texturas, tan diferentes, enriquecen el salón. El secreto es que comparten líneas verticales y, aunque de forma muy sutil en la obra, el azul turquesa.
“Este cuadro es del artista chino Jing Chuang Long, y lo compramos en la galería de arte Gudang Gambar, de Yakarta”, explica Ana, la propietaria.
Las zonas irregulares de un jardín tienen solución. El de esta casa se niveló. Además, se plantaron plantas y césped con riego para que su mantenimiento fuera sencillo.
Tanto la mesa —con estructura de acero acabado en negro y sobre de mármol de Carrara— como la puerta corredera que separa el comedor de la cocina, fueron diseños de Leticia Basail, de 2arquitectos. “La puerta es de madera de roble maciza y la montamos lama a lama ya en la casa. ¡Es una verdadera obra de arte! Los niños pueden cenar en la cocina y dejarla abierta cuando van amigos, o cerrarla si es una cita formal”, cuenta Ana Eloísa, de Reforminthouse.
Reforminthouse fue la constructora que ejecutó los trabajos. “Los dueños tenían claro lo que querían —explica Ana Eloísa, de la empresa—. Junto a Ana y Leticia, las decisiones se tomaron facilmente”.
Cocina: azul y blanco
Son los dos colores que hacen de la cocina un ambiente amable, que transmite limpieza.
Una grifería de líneas profesionales hablará por sí sola.
¿Y la pared de ladrillo? No era original de la vivienda. Se trata de piezas antiguas que se colocaron para dar más personalidad a la cocina. Las dos alacenas se empotraron en el muro. Su contenido —vasos, copas, tazas, platos, fuentes, soperas…— es una parte esencial de la decoración.
Anita, la peque de la casa, mira a su mamá. Gracias a la mesa adosada a la isla, la cocina tiene un comedor de diario que es mucho más que un office. Las lámparas de techo de cristal ahumado, escalonadas a diferente altura, le añaden ese toque de glamur.
Dormitorios sosegados y con estilo
En el dormitorio reina un azul oscuro. “En el mismo color se pintaron las persianas, los radiadores… incluso se buscaron los pulsadores en un tono similar˝, nos cuentan desde Reforminthouse. El acabado se repitió, también, en el mueble de lavabo del baño en suite. El cabecero realizado a medida lo trajeron los propietarios de su casa anterior.
Los dos hermanos son felices en su habitación, cada uno con una cama nido por si algún amigo quiere quedarse a dormir. Las paredes se pintaron en dos tonos, una opción diferente a los zócalos de madera o de papel pintado.
Cuartos de baño
Ni esperas para lavarse los dientes ni peleas por ver quién se apodera del cajón. La zona de lavabo, amplia, tiene dos senos y mucho espacio para guardar. La ducha de obra, con hornacinas, está al mismo nivel del suelo.
Grifería mural. Se llama así a la que se empotra en la pared, y su ventaja es que libera espacio en la encimera. Se utiliza en baños mini, pero también en grandes para dar sensación de ambiente despejado.
Claves de la reforma: la cocina
Los elementos oscuros pesan visualmente más que los claros. Aquí son los muebles y el suelo, todos en un tono azul con toques grises. Al colocarlos de la mitad de la cocina hacia abajo, no recargan el espacio.
La encimera es el plano horizontal que marca el inicio de las zonas más claras y luminosas. A partir de ella, todo es blanco para dar sensación de mayor amplitud.
La pared alterna un zócalo de azulejos tipo metro y pintura hasta el techo. ¿La razón? La zona alicatada delimita el área de trabajo que, gracias a este revestimiento, logra una atmósfera más acogedora.
El paisaje exterior se integra a través de la ventana. Sin cortinas ni estor, parece un cuadro frente al que apetece asomarse.