Mónica y su marido siempre habían soñado tener su propia casa, así que tras varios años viviendo en pisos de alquiler, se pusieron manos a la obra para encontrar el hogar ideal, ese que tanto ansiaban. Los dos tenían claro que querían una casa en un pueblo, no muy lejos de la ciudad pero tampoco en el centro. Como contaban con un presupuesto ajustado, decidieron comprar una casa vieja para reformarla y poder dejarla a su gusto, y al fin apareció: una vivienda muy amplia dividida en dos plantas, con más de 300 m2 y un poco de terreno para el disfrute al aire libre. Vamos, ¡un auténtico paraíso!
La casa consta de 170 m2 y tiene forma de L, por lo que diseñaron dos ambientes totalmente diferenciados: por un lado la zona de noche, en la que hay tres habitaciones y un baño; por otro lado la zona de día, que consta de despensa, baño y un área diáfana de 90 m2 donde se encuentra la cocina-salón-comedor (que antiguamente era un pajar).
En cuanto decidieron la distribución, llegó el momento de derribar tabiques y techos.
La reforma duró poco más de un año y fue muy dura, ya que al no contar con mucho presupuesto tuvieron que hacerlo prácticamente todo ellos dos con la ayuda de sus allegados. Una vez nivelado todo el suelo de la planta y cambiadas las ventanas, colocaron los perfiles del pladur. En cuanto a las instalaciones, optaron por calefacción mixta.
Algo que los dos querían era una gran chimenea de leña en su salón, un elemento que aparte de dar calor directo a la estancia calentaría los radiadores del resto de la casa. Por otro lado, para el agua caliente y para esas épocas en las que no hace mucho frío, eligieron una caldera de gasoil.
El siguiente paso consistió en tratar y pintar las vigas del techo del salón (con más de 5 m de altura), dejándolas vistas para darle ese toque rústico tan acogedor.
La tarima flotante se escogió en un tono gris claro.
Lo primero que se ve al entrar en la casa es el recibidor, donde también se encuentra la despensa y un baño completo. Desde aquí se accede a las dos áreas de la vivienda: por un lado, la zona de noche, compuesta por dos habitaciones y un dormitorio principal (todos con armarios empotrados para aprovechar el espacio), y un baño con ducha de 120x80 cm y un lavabo de doble seno.
Por otro lado, la zona de día, con la cocina-salón-comedor, área que se diseñó abierta para poder cocinar y a la vez estar cerca de los suyos. Esta estancia se pintó en un gris claro excepto la pared de la televisión del salón y la pared del aparador en el comedor, que se pintaron en un gris más oscuro para resaltarlas.
Las ventanas son de madera de iroco con contraventana. Al matrimonio le encantaba la idea de combinar los toques rústicos de una casa de pueblo con muebles modernos tipo nórdicos.
La cocina, dominada por el gris y el blanco con ese estilo entre nórdico y campestre, cuenta con azulejos tipo metro blancos en la parte del fregadero (para evitar salpicaduras), muebles en color gris y una vitrina en el mismo tono. En el centro de la estancia se instaló una gran isla que actúa como protagonista, con gavetas y vitrocerámica por un lado y cuatro taburetes para desayunar por el otro.
La encimera blanca se eligió a posta para contrastar con el gris de los muebles. Además, todos los electrodomésticos pertenecen a la colección Cristal de Balay en color gris para generar armonía con los muebles de la cocina.
Otra clave importante en la reforma fue el tratamiento del ruido, ya que al tener la cocina abierta al comedor y al salón, debían elegir unos electrodomésticos poco ruidosos que no molestaran mientras ven la televisión, pero a su vez necesitaban una campana con mucha potencia de absorción por el tema de los olores.
El comedor se decoró con un estilo poco recargado, con un aparador grande y una mesa donde poder reunirse en familia.
El mix de madera y blanco funciona a la perfección.
En el salón, las vigas de madera vistas y la chimenea de leña forrada con piedra natural aportan un toque cálido y acogedor a la estancia. Los muebles en color blanco, no muy altos para no quitarle protagonismo al techo, y dos sofás (un chaise longue y uno de dos plazas en color beige) completan la decoración del salón junto con un pequeño escritorio donde la pareja tiene el ordenador.
¿Verdad que es una casita entrañable? 😍
Proyecto e información: Cortesía de Mónica Fernández Velasco.
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Aránzazu Díaz Huerta es experta en decoración en Nuevo Estilo, por eso ha convertido su hogar en una especie de pop up store de las últimas tendencias, y por eso disfruta tanto elaborando contenidos sobre interiorismo. Además, se lo pasa genial buscando los hoteles más originales del mundo para sorprender a sus lectores. Le apasiona todo lo que tiene que ver con el hogar, pero también la moda, la belleza, el lifestyle y las mascotas, y aunque no tiene cuenta en TikTok, no se pierde ni un solo trend.
Se graduó en Comunicación Audiovisual en 2016 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y continuó sus estudios con un máster en Periodismo Cultural por la Universidad San Pablo CEU. En el verano de 2017, hizo el curso de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Y cuando llegó la pandemia, se refugió en el Curso Online de Periodismo Especializado en Moda, Belleza y Estilo de Vida de la revista Vogue en Condé Nast College Spain. Además, como buena cinéfila que es, ha colaborado en el libro ''El clasicismo en el cine. Una mirada intergeneracional'', de D. Pedro Sangro Colón y D. Miguel Ángel Huerta Floriano.
Antes de comenzar su trayectoria en el mundo del periodismo freelance, pasó por la Cadena Ser de Oviedo y la revista cultural El Duende. También tuvo su propia columna de opinión en el periódico Salamanca RTV al día.
Desde el año 2017, colabora como redactora de contenidos online en Mi Casa, Nuevo Estilo y otras revistas del Grupo Hearst, incluyendo el departamento de Branded Content. En su tiempo libre, escribe relatos de ficción y no ficción, habiendo publicado en la revista literaria Fábula, y hace fotografías de paisajismo (especialmente, de lugares donde haya flores).